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El éxito de amar

[Publicado en Namaste]

plenaLa educación, la cultura, los medios de comunicación, la interacción diaria con nuestro entorno nos hablan de un éxito que suele condicionar nuestros deseos. La base materialista de la conciencia colectiva considera el éxito con el criterio del cargo que ocupas, tu posición económica, los títulos académicos, el reconocimiento social obtenido -premios, crítica, aplauso o alabanzas públicas. Es tan común y habitual este contexto común del significado del “éxito” que a veces nos resulta difícil darnos cuenta de lo desconectado que está del verdadero bienestar o la auténtica felicidad. Puede ser que el éxito social proporcione cierto bienestar, pero no dura mucho. El drama personal se antepone a lo aparente, como una sombra que te sigue allá donde vayas.

 

Si el tema que se trata es concretamente el éxito en el amor, nos encontraremos con un criterio medido por la duración de la pareja. Lo que importa es el tiempo que permanecen juntos, aunque eso realmente no signifique en absoluto nada en relación a la satisfacción personal de los cónyuges. Los motivos que mantienen unidos a las personas son variados: dependencia económica, mantenimiento de un hogar con niños, miedo a la soledad, prestigio social… De modo que se repite la miopía social a la hora de considerar el éxito en la pareja. Se toma un parámetro cuantificable: el tiempo que se permanece juntos, independientemente del sufrimiento que las personas puedan arrastrar en una pareja de larga duración.

Sin embargo, hay un número creciente de personas en todo el mundo que se han dado cuenta de que si realmente quieren ser felices y plantar cara a esa sombra de drama personal, la única solución es hacerse consciente. Esta decisión sagrada significa aumentar la conciencia que hay detrás de los pensamientos repetitivos, de las emociones reactivas, de las relaciones rutinarias y de las actitudes programadas. En este camino se habla de autorrealización, un camino cuyo éxito o cúspide consiste en hacerme real, auténtico, ser lo que realmente soy.

¿Y qué es lo que realmente soy? ¿No soy lo que parezco ser? Esta pregunta, y el anhelo de responderla nos llevan a desmontar la apariencia para acceder a vislumbrar lo real, constituye el camino del éxito del buscador de la Verdad. Efectivamente, el drama personal es eso, un drama, una obra de teatro basada en una programación inconsciente de culpa, dolor y miedo. Con tal software subyacente poco importará la cantidad de dinero que tengamos, ni nuestra aparente posición social, ni el reconocimiento de nuestro último “éxito”. Todo ello estará pendiente de un hilo. Lo que hoy es prosperidad económica mañana se convierte en vacío existencial. Mi trabajo soñado pronto deviene en una tarea rutinaria. El amor de mi vida se transforma en una prisión.

El verdadero éxito, inmutable e imborrable a pesar del tiempo, a pesar del cambio en los ojos que te observan, y a pesar de lo que pueda pasar ahí fuera, consiste en amar.
¿Qué es amar realmente? Pues expresar la verdad que somos. Amar es cada muestra consciente de que eres algo profundo, eterno, inteligente y auténtico. De que eres Amor.
Amar no consiste en hacer nada tipificado o concreto. No hay un decálogo del amor que puedas consultar. Del mismo modo que la conciencia social es miope a la hora de evaluar lo que constituye el éxito, está bastante desorientada también para identificar lo que lo hace posible. No es capaz de percibir el amor auténtico. Y es lógico, ya que el amor auténtico no es perceptible a simple vista. No es tan evidente como un abrazo, como una limosna o como un aplauso. El éxito en el amor auténtico la mayor parte de las veces tan solo lo percibe uno mismo.

Amas cuando sientes que eres Amor, cuando has expresado que lo eres más allá del miedo, la culpa o el dolor propios de la experiencia humana. Cuando ves que el otro, es Amor. Cuando has revelado tu unidad con los demás. Amas cuando has reconocido que lo aparente no es lo real, y lejos de dejarte engañar, has mostrado lo esencial. Amas cuando eres la Verdad.

La expresión del Amor surge desde el profundo darse cuenta de que la otra persona y yo estamos íntimamente entrelazados en un mismo proceso, ella es el espejo psicoemocional de mi subconsciente. Todas las relaciones son de amor. Yo soy lo que él es, no existen víctimas ni verdugos. Solo situaciones en las que la vida nos da otra oportunidad para amar, para desvelar la verdad, para dar un portazo al miedo, para ser libre de mis propios condicionamientos y programaciones. Amar el momento, amar la vida, amar la existencia. Descubrir que no tengo porque interpretar mi personaje de dolor, lucha, resentimiento, carencia, culpa y miedo. Y vivir al fin.

El éxito es la consecución de un objetivo. Falta preguntarnos ¿el objetivo de quien? ¿De tu programa mental o personaje? ¿O el objetivo de tu alma?

En tu más profundo interior, tu alma solo considera un éxito posible: amar. Y en este éxito exploras tu más alta conciencia, la inteligencia del amor que habita en tu ser. La inteligencia más alta es la capacidad de ver la Verdad. La verdad es que somos amor. Esta inteligencia es la mirada del Amor, que reposa tanto en ti como en los demás, a pesar de lo que aparente pasar.

Y este es el amor que llamamos “incondicional”. ¿Y cómo vamos a amar incondicionalmente si nuestra mente permanece tan condicionada? Para amar verdaderamente deberemos elegir el camino de hacernos reales, la autorrealización. Este camino comienza con el paulatino descubrimiento del personaje que hemos creído ser. El camino termina cuando nos sentimos libres de encarnar el personaje o bien expresarnos desde lo real. Esta es la mente incondicionada, la que no necesita seguir representando el personaje con tu nombre y apellidos. Solo una mente incondicionada puede expresar amor incondicional y disfrutar el profundo y eterno éxito de ser Amor.

Aunque su expresión haya durado un instante, una chispa de luz, la marca en tu conciencia de una experiencia de amor auténtico te transforma, te hace distinto. Éste es el auténtico camino del éxito.

Jorge Lomar
Escritor, facilitador, ponente. Presidente de la Asociación Conciencia.
www.jorgelomar.com

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